El domingo se levanta bastante nublado, pero a media mañana ya se empiezan a abrir algunos claros en el cielo. Parece que el tiempo respetará este último día de celebración del Bun Ok Phansa. Durante todo el día, en las calles y casas de Luang Prabang se puede ver a la gente atareada para terminar a tiempo los preparativos del acto central, que tiene lugar por la noche. Como no podría ser de otra manera, tratándose de una celebración ligada al ciclo de las lluvias, y por tanto al agua y la fertilidad, los naga tienen un papel muy destacado. Los vecinos de cada barrio han construido enormes barcas en forma de naga, iluminadas con pequeñas bombillas de colores y velas, que cuando ya ha oscurecido avanzan acompañadas por toda la población en una larga procesión que atraviesa todo el centro de la ciudad hasta el templo más venerado, el Vat Siang Thong.
En los patios del monasterio, los asistentes hacen volar linternas flotantes (khom loi) en el cielo. Se trata de ligeras lámparas hechas normalmente de papel de arroz, que levantan el vuelo hasta alturas sorprendentes gracias al aire caliente que se crea al encender una pequeña vela sujetada a su base. Y a las luces que flotan en el cielo pronto se añaden otras sobre las aguas del río Mekong, cuando la multitud baja la escalinata que desciende hasta el río llevando pequeños barquitos (hua fai) hechos con hoja de banano, que contienen ofrendas en forma de flores, barritas de incienso y velas, y los suelta sobre el agua para que se los lleve la corriente. La celebración termina ya entrada la noche, cuando las grandes barcas en forma de naga son bajadas hasta el río, depositadas sobre grandes plataformas de bambú -con mucho cuidado para que no pierdan el equilibrio-, y liberadas sobre las aguas. Por una noche, las enormes siluetas serpenteantes de los naga se pueden ver iluminadas en la oscuridad, flotando sobre el majestuoso río Mekong.
(publicado originalmente el 28 de octubre de 2013)
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